Las jornadas celebradas en el Campus María Zambrano de la Universidad de Valladolid y en el Palacio de Quintanar este mayo 2015, nos trajeron en persona a dos grandes del periodismo fotográfico, a quienes tuvimos la oportunidad de escuchar sus vivencias y sus luchas en contra de la barbarie producida por el afán del poder.
GERVASIO SÁNCHEZ
De Córdoba, nacido en 1959, se marchó para Barcelona, donde comenzó a trabajar a la edad de 11 años. Se licenció en periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona en 1984. Ha cubierto como reportero gráfico la mayor parte de los conflictos armados de América Latina y la Guerra del Golfo desde 1984 hasta 1992, luego pasó a cubrir la Guerra de Bosnia y el resto de conflictos surgidos de la división de la antigua Yugoslavia.
Además ha cubierto diferentes conflictos en África y Asia.
Gervasio nos explica cómo ha tenido que trabajar aunque para diferentes medios, mayoritariamente lo hizo como freelance; financiándose a sí mismo. Esto ocurre porque los medios tienen entrusismo, por la globalización de la fotografía digital, por la crisis, los intereses particulares...
A lo largo de su experiencia, Gervasio ha cambiado su método fotográfico: ha pasado de fotografiar muertos a fotografiar vivos, lo primero es simple y fácil, mientras que lo segundo es donde radica verdaderamente las historias de la gente. Las propias víctimas tienen la necesidad de expresarse al mundo, de que éste les escuche.
También reclama la necesidad de vigilar a los poderosos, causantes de coaccionar entre otras facetas, la prensa, a la que define como la ayuda al pueblo, no la mano derecha de los corruptos ("el periodismo no es acostarse con el poder político y económico, sino mantenerlo vigilado").
Una de sus fotografías más famosas, y que llegó a los museos, es esta que se muestra a la izquierda, la biblioteca en ruinas de Sarajevo, tomada por su equipo fotográfico que acababa de recuperar de un robo. En ella, un rayo de luz atraviesa uno de los agujeros provocados por un posible cañonazo, pues no se parece a una ventana.
Esta fotografía es una denuncia de lo que allí ocurrió durante cuatro años, es la realidad de una catástrofe ocurrida en nuestro continente; a la que, como tantas, se tapaba por intereses de los gobiernos y de los mismos de siempre.
RICARDO GARCÍA VILANOVA
Reportero de guerra, trabaja con fotografía y vídeo. A sus 44 años, ha sido secuestrado por el Estado
Islámico en Siria, país al que cataloga como el más complicado para los periodistas por el apagón informativo que sufre, en el que es prácticamente imposible trabajar. Es necesario estar prácticamente rodeado de contactos para que un trabajo salga a la luz, y es muy triste ver cómo el esfuerzo de personas se ha quedado en nada.
Haití, Afganistán, Libia y Siria han sido los países a los que más tiempo ha dedicado de su trabajo.
Al igual que Gervasio, Ricardo tiene que gestionarse como freelance, tanto por la comodidad de ser él quien decida a dónde va y cómo lo hace, como por el hecho de que los medio marcan demasiadas pautas y exigen demasiado a cambio de muy poco.
Trata el tema de las víctimas con empatía, trata de ponerse en su lugar en el momento de la toma de la fotografía ("nunca haría la foto que no me gustara que me hicieran si yo fuera la víctima").
Denuncia el falso posado en los conflictos: montajes de falsos soldados en posición de disparar, en ocasiones con el seguro del arma puesto, con antinaturales pasados, con falsas miradas; nos invita a que analicemos con un ojo crítico las imágenes que nos intentan vender, pues asegura que se nota cuándo es fingido, además, es imposible que tantos medios tengan una fotografía de un momento tan dado tan perfectamente tomadas desde diferentes puntos de vista.
Ambos periodistas afirman con tristeza que el trabajo del periodismo actualmente está desprestigiado en la sociedad española; el motivo: que los medios locales compran las noticias, un periodista no puede denunciar que el banquero de su pueblo es un corrupto, pero sí puede decir que Gadafi lo es.
Nos cuentan que el afán de los jóvenes por conseguir logros, puede hacer que regalen su trabajo, y esto es un error fatal, puesto que hace que se infravalore la labor del periodista; por lo que decir que no en ocasiones puede resultar positivo, porque te valorarán más.